Rechazada en un principio por esa cadena, el éxito de series similares como Lost o 24 hizo que se replanteara la decisión y se decidiera sacarla finalmente hacia adelante en forma de serie, tras haber sido considerada como una miniserie de 14 capítulos por la que figuras del cine como Steven Spielberg o Bruce Willis ya se habían interesado.
En la prisión de Joliet, en Illinonois (una prisión que fue cerrada en 2002 por problemas económicos), la serie fue un éxito en Estados Unidos, donde comenzó emitiéndose con una media de 10 millones de espectadores por episodio, una cifra que la cadena no alcanzaba en esa época del año desde series como Ally McBeal o Melrose Place.
Prison Break
Fuera del país, la serie también tuvo éxito en países como Canadá, Australia, Francia, Alemania, Brasil, Cuba, Ecuador, México, Colombia, Polonia o España, en una apuesta de La Sexta, que consiguió con ella algunas de las cifras más altas de la cadena.
Uno de los argumentos de peso de la serie se encuentra sin duda en sus personajes y en la calidad de sus actores. Llama la atención, sin embargo, que el papel protagonista (Michael Scofield) no fuera adjudicado a nadie hasta la llegada de Wentworth Miller una semana antes de la producción, en una elección que ha sido responsable de hacer que el actor salte a la fama y se convierta en un auténtico sex symbol reconocido en todo el mundo. Una curiosidad: si alguien decidiera tatuarse lo mismo que el protagonista (el plano cifrado de la cárcel), significaría 200 horas de trabajo y entre 15.000 y 20.000 dólares de coste total.